Un día como hoy, 2 de julio de 1972, fue asesinado a los 30 años el artista zulianos que dejó una huella indeleble en el canto popular más allá de las fronteras de su país, manteniendo un vínculo estrecho con los dominicanos, relación que inició con el laureado maestro dominicano Billos Frometa en Venezuela.
La mañana del 2 de julio de 1972, Luis Rosado Medina, un mafioso, convicto buscado por el FBI descargó su revólver calibre 38 contra el talentoso cantante. Cayó agonizante en una esquina de Isla Verde, Puerto Rico. Minutos después, auxiliado por dos policías y trasladado en un carro patrulla, falleció en el hospital Presbiteriano de Santurce.
Su inconfundible voz, dulce, romántica, está más viva que nunca. Enfrentó la pobreza, alcanzó fama y cosechó una fortuna que como llegó, se esfumó, enriqueciendo a unos cuantos, pero jamás superó la tragedia de su vida, tras la demanda de divorcio y los señalamientos inmisericordes de su esposa y su suegra.
Agobiado por un vendaval de calumnias, perseguido por una justicia que para él no fue justa, retó el difícil mercado internacional de la música. Recorrió América, conquistó el público en cotizados escenarios de Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Miami y otras ciudades de habla hispana en los Estados Unidos, llegó hasta Canadá, escaló así, lo más alto del pedestal de la música para convertirse en ícono del bolero.