“En un sueño que tuve, escuché una voz que me decía, claramente: Humos de Fe, Humos de Fe. En ese momento, entendí que era el nombre que debía darle a mi labor solidaria”, nos relata Ana María Sánchez.
Esta periodista zuliana, criada en tierra perijanera, tuvo una experiencia que cambió su vida para siempre. El 13 de febrero de 2013, debido a un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda, Ana María Sánchez cayó en coma y fue recluida en la unidad de cuidados intensivos de una clínica de Maracaibo.
“Allí permanecí tres días en coma profundo; probablemente no sobreviviría y, de hacerlo, quedaría en estado vegetativo o con graves secuelas”, detalla.
Su familia, amigos y vecinos se unieron en oración, pidiendo por su salud. Las plegarias fueron respondidas y tres días después le fue retirado el respirador artificial. Tras los estudios de rigor y habiendo verificado que todo estaba bien, transcurridas 48 horas, Ana María salió de la clínica, “caminando y sin secuela alguna”.
De ese hecho, ha pasado una década, pero ella se conmueve cada vez que comparte su testimonio. “Gracias al milagro que Dios hizo en mí y a las maravillosas personas que me atendieron, sigo viva (…) volví a nacer”.
¿Quién ayuda a los acompañantes de los enfermos?
Tanto que agradecer a Dios y las posteriores hospitalizaciones de su papá y su mamá en hospitales públicos, tocaron su corazón. A las puertas de estos centros de salud pudo ver a madres, abuelas, hijas, esposas, acompañando a sus familiares enfermos.
"¿Quién acompaña a estas mujeres? ¿Quién les da una palabra de aliento cuando están agotadas? ¿Quién les proporciona alimento y cuidado mientras están al lado de sus seres queridos?", todas estas inquietudes la llevaron a hacer algo, desde sus posibilidades.
“Solo quien ha vivido una situación como esa, sabe por lo que están pasando”, expresa.
Es así como, luego de madurar la idea y solicitar el apoyo de la familia, tomó la iniciativa de visitar dos hospitales para llevar sopa caliente a los acompañantes de los enfermos. Esta labor amorosa lleva por nombre Humos de Fe, aludiendo al vapor que despiden los caldos poderosos que prepara y al motor que la impulsa para llevar a cabo su misión.
Ana María no deja de insistir sobre la necesidad de brindar atención y apoyo a quienes acompañan a los enfermos y que permanecen en las salas de espera, aceras, bajo la sombra de los árboles, atentas a que soliciten algún medicamento o insumo, para ir corriendo a comprarlos.
Son jornadas prolongadas y extenuantes, muchas veces sin tener para comprar comida, sin acceso a servicios elementales. En su mayoría son mujeres.
“Es importante que se les proporcionen espacios donde puedan descansar y recuperarse, así como brindarles asistencia emocional y psicológica para ayudarlas a sobrellevar esa situación”, propone Ana María.
Humos de Fe: una misión para Ana María
Humos de Fe apenas se inicia. Ana María quiere lograr mayor apoyo y establecer una red solidaria que le permita llevar una mayor cantidad de sopas a los hospitales. Entre tanto, no se detiene. Si tiene para llevar al menos 30 sopitas calientes, arma su logística para entregarlas. El punto es no desmayar en el propósito de ofrecer su tiempo para ayudar a otros.
En esta misión, Ana María cuenta con la ayuda de su esposo, Vinicio, y su hija, Clara. Su hijo mayor, Carlos, se unió a la diáspora en 2018, pero seguramente desde otras tierras ve con orgullo la dedicación de su mamá.
“Quiero agradar a Dios, Él es mi guía”, afirma Ana María Sánchez, segura de que recibió una segunda oportunidad en la vida, con un buen propósito.
F Reyes
Fotos: Xiomara Solano / @humosdefe
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